LA CREACIÓN DE DIOS: UNA VERDAD QUE NOS UNE

Dios nos ha creado con propósito

En nuestra vida, sentimos un profundo llamado a descubrir al otro, a buscar en él y a brindarle eso que se llama la “amistad”. Si nos encerramos en nosotros mismos, seremos como los que pretenden vivir sin respirar y acabaremos por asfixiarnos. Si en cambio nos abrimos al otro y queremos conocer con sinceridad al otro, respiraremos a todo pulmón el aire puro de la auténtica amistad.

Descubrimos así que no solamente nosotros tenemos nuestra historia de vida, sino que también los otros tienen la suya, que nos ayuda a conocer un conjunto de cosas que nunca habríamos imaginado solos: generosidad, amor, etc. Además, esto nos ayudará a entender mejor la importancia de la presencia nuestra, como hombres, en la historia del mundo, conocer el lugar que nos compete en esta historia, es decir, saber cual es el papel y la misión de nuestra vida terrenal.

Somos muchos los que nos conocemos, como..... las estrellas del cielo, tan cerca las unas de las otras, que parecemos ser una sola cosa; sin embargo, como las estrellas, nos encontramos a menudo muy lejos los unos de los otros, y peor aún, “indiferentes”, “egoístas” los unos con los otros. ¡Y pensar que pertenecemos a la misma familia humana! ¡Tenemos un destino común! En efecto, no podemos prescindir los unos de los otros, nos necesitamos mutuamente.

En la medida en que vamos creciendo, en que maduramos, en que salimos de la cáscara de nuestro mundo, para abrirnos “al mundo de los otros”, nos damos cuenta, que nuestra historia está relacionada y depende de la historia de los otros. ¿Qué sería de nosotros si nuestros padres no trabajaran? Si todos los que nos rodean, se cruzaran de brazos y quedaran sin hacer nada. Si el lechero, el panadero, el chofer del ómnibus, el obrero, el profesor..... no quisieran más colaborar? ¿De dónde sacaría la leche, el pan para alimentarme? ¿Quiénes nos ayudarían a salir de nuestra ignorancia? Nos damos cuenta que vivimos de los demás, que nuestra historia también depende de la historia de los otros.

Dios nos crea a su imagen y semejanza

Dios nos ama tanto, que nos hizo semejantes a El (Gen. 1,27). Nos hizo a su imagen, para que podamos amar como El, pensar como El, ser libres y vivir para siempre con El. Por eso, el hombre es superior a todos los animales: es libre e inteligente y capaz de amar. Por la gracia de Dios somos "personas".

Dios crea al hombre para que crezca y se perfeccione a sí mismo y, con su inteligencia, con el trabajo, con la ciencia, con la técnica; sea el rey de la creación, transformando el mundo en que vive. Sobre todo, para que con su libertad, pueda construir su felicidad, colaborando con los hermanos, para que seamos una familia, una COMUNIDAD DE AMOR, Dios quiere pues, que tomemos conciencia de nuestra dignidad de personas.

EL PLAN DE AMOR DE DIOS

Dios en su PLAN DE AMOR, quiere nuestra realización personal, quiere que lleguemos a ser “alguien” y nos ayuda a conseguirlo. Para Dios logra ser “alguien” quien, como hijo suyo, realiza en Cristo su Plan de Amor.

El hombre es llamado a ser co-creador con Dios, es decir su “colaborador” en el desarrollo y dominio del mundo. En efecto, Dios ha creado el mundo, pero no ha ordenado cada cosa en su mínimo detalle. El ha creado el cielo y las estrellas, pero ha dejado al hombre el trabajo de inventar los instrumentos que le permitan contemplar mejor su belleza. Ha creado el mar, pero quiere que el hombre construya las embarcaciones para surcar las aguas. Ha desparramado inmensas riquezas en la tierra, pero deja que el hombre se esfuerce por hallarlas y hacerlas útiles para su vida. En su búsqueda, el hombre descubre que quien ha dado origen al mundo es Dios, quien todo lo creó en un acto de amor hacia él. Así entiende el valor de su vida y conoce su misión de protagonista principal en el Plan de Amor de Dios

Dos preguntas: ¿Te has dado cuenta de la importancia del prójimo en nuestra vida? y ¿Qué podemos hacer como co-creadores para colaborar con el Plan de Amor de Dios?

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